Tenemos que salvar al campo; hay que volver a la siembra; hay que plantar. Tenemos gravemente amenazado el campo; ya no hay campos de cultivos, ni animales cuidados. Esto es más que grave.
No solo se está desertizando la isla, las islas, con árboles esterilizantes y envenenadores, sino que corre gran peligro, la desaparición, al reducirse la siembra y el pastoreo de la flora y la fauna.
Queriendo ayudar a la naturaleza, al no hacerlo como siempre se hizo, y creyéndose más sabios que los hombres del campo, están causando daños irreparables a la naturaleza, con una política de acoso al campesino.
La amenaza al ecosistema, ya es muy grande, y las consecuencias las vamos a tener a la hora de sobrevivir, pues alcanza a la supervivencia.
Esto se vuelve en puro y duro desierto (a pesar del verde de los pinos).
No se protege el cultivo y la ganadería, como indispensables y necesarios -al margen del trabajo- para la vida humana, y ello tanto para el presente –como fue en el pasado- como para el futuro.
Se está degradando el deterioro y ello deforma y manera irresponsable; se destruye la fuente de la vida, que es la comida o su generación o producción, que surge de nuestra madre tierra, que es la que nos alimenta.
Generaciones por venir, cuando sepan que esta tierra siempre dio d comer a sus hijos, y a extraños, y que se le abrió un paréntesis, en el que se castigó a quien cultivara o cuidara del ganado, ¿qué dirán de nosotros?
Ruego se observe -si salen al campo- vean el panorama desolador, que estamos dejando a nuestros hijos, nietos, bisnietos..., ¿es esa la herencia que van a recibir de nosotros? Un campo: de retamas, pinos, tabaibas...
La esperanza está, en que nuestros ancianos campesinos, puedan enseñar y transmitir algo de lo mucho que saben, antes de volver a la tierra, y así –aunque sea a escondidas- se pueda cultivar algo, y tener una cabra...
Añadir, que: el Evangelio y Jesús, también respetan la agricultura y la ganadería, y que este mensaje-regalo, surge de la fe en un Dios bueno y Creador, que nos dio la tierra para su cultivo, y la ganadería para comer.
El Padre Báez.
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