Con casi sesenta y cinco años, hace cincuenta, uno tenía quince, y ya las veía venir. Que el campo se iba al sur, donde un peón albañil, ganaba más que un abogado o un médico, y de peón se pasaban a maestros, y conducían Mercedes de ministros, y ello, sin casi saber hablar, y menos escribir...
Atrás iban quedando, pegados a la tierra, los menos dispuestos, y los más apegados al campo, que con envidia miraban a aquellos patanes, viviendo como ricos; mientras ellos, oliendo a mierda de vacas, manos encallecidas, y ropa repetida...
Pero ahora, se ha virado la tortilla: la construcción se vino al suelo y los del campo siguen con sus cabritas y plantando sus papitas. Aquellos al paro y con hambre; a éstos el queso para el conduto del gofio amasado, no les falta...
En el campo siguen los de siempre; y en sus pisos encerrados, los “ricos” de otros tiempos, que o vuelven a sus tierras abandonadas, o se los come la miseria. Los primeros siguen produciendo dentro de su pobreza; los otros dentro de su “riqueza”, se mueren de hambre...
Ahora,, cansados de fumar y de otros vicios, les faltan las fuerzas para coger la fucha, y no se pueden agachar a ordeñar a una cabra. Las hipotecas los asfixian y ahogan, mientras que los de la tierra, siguen con su comida sana, y nadie deben nada...
La verdad, que les sobra a unos al vida social, que a otros les hacían falta; unos trabajando de sol a sol, los otros como “señoritos” soltando temprano, con largos puentes y fines de semana. Éstos, perdidos, entre cercados, laderas y barrancos; los otros en el asfalto, cemento y con vacaciones conociendo mundos, ignorando el suyo...
Unos contando el dinero; el otro dándolo de propinas a todos. Ahora, al revés. Aquello, no iba a durar siempre; se veía venir, tenía que cambiar. Todo debía –o tienen- que volver a su estado normal, habitual, tradicional. Las aguas deben volver a su cauce; se había desbordado todo...
Pasa, que el destrozo ha sido tanto, todo lleno de zarzas y maleza, que cuesta regresar; ya nada es como era. Por otra parte, te acechan; te multan, te prohíben; te vigilan; te castigan...
Pero, los hay recalcitrantes: cemento y turismo; turismo y cemento. El ganado (rebaños), no cuenta; menos surcar la tierra...
El Padre Báez.
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