Y esto fue lo que dijo, cuando le pregunté por los pinos (vive cerca de Tamababa, por donde la Presa de Los Pérez): “¡ni la sombra del pino sirve!, ¡me cago en diez!; ¡el fresco de una higuera...!”
Y siguió comentando: “¡dijeron los pinos iban a atraer el agua..., antes había remanientes y fuentes por todas partes!; ¡bueno por aquí, había siete!; ¡eso era un asombro!; ¡ajujuiii...!; ¡todas se secaron...!”
Le pregunté: “¿es verdad, que en Tamadaba, trabajaban hasta 50 personas, y cada semana bajaban dos camiones de frutas y hortalizas al Mercado de Las Palmas?”
Y esto me dijo: “¡Más!, ¡hufff...! ¡Trabajaban arriba, hombres, muchachos, mujeres, y hasta los niños con los padres!” Y añadió: “¡condenaron la tierra!; ¡eso no se puede hacer, hombre...!”
Me dijo además: “¡Han condenado la tierra!; planten tuneras, almendreros..., ¡es un abuso!; ¡donde ellos plantan solo pinos, yo tengo veinte (20) clases distintas de matos frutales!”
“¡Se cargaron los cortijos de La Solapilla, Galeote, Tirma, Tamadaba...! ¡Esto no se puede hacer en una nación! ¡Ellos, tienen la comida segura! ¡Son abusos...! ¡Donde está el pino, hay que poner un almendrero o una tunera...!”
El Padre Báez.
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