Lo que les voy a contar, no le será nuevo, pues lleva ya varios años así, en Tamadaba, y es posible muchos de ustedes conozcan el caso.
Se trata, de lo siguiente: que independientemente de la ruta que siga, para subir a Tamadaba, pensando en asomarse a Agaete desde el lugar, ir a la finca de Sansó, visitar a alguien en el campameto, o simplemente a las mesas y pasar allí algunas horas de paseo, de comida, de descanso de..., ¡lo que sea!, se va a encontrar, con el siguiente problema:
Todo el camino –la carretera- en buen estado, hasta que adentrándose en el pinar, justo a unos doscientos metros del aparcamiento primero, para dejar los coches y dirigirse a las mesas, se va a encontrar con esos mismos metros, de carretera intransitable, con el alquitrán desaparecido, y por tanto, con las piedras al aire sueltas y amontonadas, formando obstáculos y dificultades graves a coches pequeños, como a guaguas (e incluso a caminantes).
Pero, vengamos a la siguiente consideración: Se trata, de la entrada a Tamadaba; lugar visitado por turistas y nacionales, por lugareños, y por cuantos a allá se dirijan. Que esté ese trozo si asfaltar, y tratándose del corazón de Tamadaba, y que no haya un bidón de alquitrán o un camión de pinche, para solucionar ese problema, se queda uno sin palabra; o simplemente dicho, se trata, de una pura vergüenza.
Que haya piedras para rellenar partes de adentro de las carreteras sin hacer falta, y gastándose en ello tantísimos millones, ¿qué explicación hay para que no se gasten unos cientos de euros, en arreglar la entrada a un lugar emblemático, donde el paisaje, las puestas de sol, y los amores en dicha zona, sean obstaculizados y ello vaya ya para varios años?
Pero todavía me hago una pregunta más: ¿cuándo medio alguno, se va a acercar a hacer un reportaje, ya sea prensa escrita o televisiva, radio alguna o revista, que informe a la población de ese desaguisado? ¿Por qué tanto sobre unos pájaros azules en la zona -que no existen-, y este silencio cómplice ante un disparate, sin reparar?
Tuve ocasión de preguntar a alguien con el escudo del cabildo en la zona, que: ¿cómo no da usted parte a sus superiores e informa del estado de acceso o entrada a Tamadaba, dado el peligro que conlleva? Y ¡asómbrense! Ésta fue la respuesta que me dio: “¡Sí, si ellos lo saben, pero como ese trozo de 200 metros no está claro, si pertenece a Agaete o a Artenara, mientras no se sepa de quién es la responsabilidad, no se puede arreglar!”
Pues dicho queda. Y ahora, díganme, si sobran o no ajuntas y mientos. Simplemente, por una linde no definida claramente, un problemón sin solucionar desde hace años, y... ¡lo que rondaré morena! Repito, pues, lo ya dicho más arriba: es, ¡de vergüenza!
El Padre Báez.
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