viernes, 25 de mayo de 2012

“¡Los pinos, son mierda!” (por el Padre Báez):

La verdad, que el término, como que no me gusta mucho, y sin embargo, con relativa frecuencia, tiene que salir, al utilizarlo, por más que uno no quiera, pero todo sea por llamar las cosas por su nombre. Cierto, que en otro tiempo, se trataba de disimular el término o palabra, con un sustitutivo o sinónimo, y así como que se usaban, palabras parecidas, con el mismo significado, que si: “caca”, “porquería”, “heces”, “excrementos”, etc. Incluso en el verbo, se decía en lugar de: ir a cagar: “¡voy a ensuciar!”, “¡a dar del cuerpo!”, “¡a expulsar!”, “¡a descomer!”, a..., etc., etc. Y, viene esto a cuento, porque:

Voy el otro día -día 3 de mayo-, a un entierro a Tunte, y salidos de la Celebración de la Palabra, en las exequias de una difunta, sobre las 13,00 horas, ya se encapotaba las cumbres altas, con nubes de primavera, pero dejaban ver a los pinos. Y, en esto, un lugareño, que me saluda, y dándome las gracias, por la defensa que hago –decía- del campo, y otras, me quedo mirando a los limoneros, guayaberos, naranjeros, nispireros, y otros árboles frutales (detrás de la Iglesia y encima y al borde del barranco), digo:

“¿Pero dónde almendros como los de Tirajana?”; “¿dónde tunos blancos, como los de Tirajana -quien me acompañó al entierro, dejando su coche en el Cruce de Melenara, dijo, que: “¡y traen almendras del Canadá!”, a lo que añadí: “¡y saben a rancias!”-?”, le digo al tirajanero: “¡y ya ve usted, la cumbre, y hasta aquí mismo al lado del cementerio, todo lleno de pinos!”. Mi acompañante –hombre de televisión- dijo, que: “¡de los pinos, la madera!”; a lo que ambos contestamos a la vez –más o menos-: “¡si te sientas en un banco, hecho de esa madera, si antes no se la come los gusanos, te desgracias el traje con la resina...!”

... y entonces, se produjo, la frase de oro; lo nunca antes escuchado (u oído por un servidor), y que a partir de ahora, jamás olvidaré; va y dice el lugareño: “¡yo, por el Sequero, tengo una huerta de almendreros, que son un primor; no me dejan quemar el retal, que es abono, dentro de lo mío, y mientras, ellos, plantando pinos; “¡los pinos, son una mierda!”

Pues, dicho queda (sabiduría popular o del pueblo: los pinos, son una mierda. Sin embargo, esta cagalera, de ensuciar la isla, con tanta mierda, es algo a agradecer al gobierno y al cabildo del gran tabaibal y el tabaibal, que no ven higueras, castañeros, nogales, etc., que plantar, sino que solo plantan mierda; y de esa mierda, solo come el que la planta (¡y el fuego!), pero solo una vez, ¡y desgracia, para siempre!

El Padre Báez.

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