Les prometí enseñar la foto de la cabra con seis baifos..., he ido, le he hecho las fotos, y... la pobre madre cabra, está -lógicamente- muy delgada, al tener que alimentar a tan larga prole. El (la) ubre, no le arrastra, como a otras cabras, y como me lo imaginaba, pero está a media patas. Los pequeños, retozan, que es un primor, y la madre, como que no le quita ojos, a pesar de mi presencia. Y, cuando pregunto al cabrero, cuál es el cabrón (macho cabrío), que la cubrió, me dijo que no fue llevada al macho, sino que éste -sin que él supiera nada- la cubrió, y fue todo una sorpresa (no tanto las seis crías -que también-, sino que la cabra estuviera preñada). Y, le pregunto: “y él, ¿dónde está?”, y me llevó hasta el padre de las crías (y esposo), que no quita ojos a su cuidador. Me dijo, es un ejemplar de seis años; ya ven ustedes, es mocho, blanco -casi albino, nótese lo rosáceo de su morro-, me pareció, todo un caballero, buena planta..., y me dijo, no enseñara a sus menores, que la ley los protege y que él, por lo pronto, hasta que no venga la Prensa a registrar el evento, que me abstenga, porque quiere saber si realmente es interesante su paternidad. No le importó, le hiciera las fotos que un servidor quisiera (a madre-esposa e hijos), pero que no las publicara, hasta más ver, porque si no hay interés en la noticia, que no, que para qué..., así que a esperar a ver qué curiosidad hay por parto de “seicillizos”.
Y uno, que dejará las fotos a Prensa u otro Medio; las tengo a disposición de quien pueda hacer un buen reportaje; de lo contrario, ya me lo pensaré... ¡y uno, cumple, y es hombre de palabra! Ahí, tienen un adelanto.
El Padre Báez.
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