Fuerteventura tiene una gran dependencia del agua desalada en muchos órdenes de nuestra vida.
La posibilidad real de que Fuerteventura se vea abocada a comprobar cómo las plataformas petrolíferas operen muy cerca de nuestras costas puede amenazar, ante el riesgo medioambiental que supone su actividad, que nuestras aguas circundantes, de las que nos nutrimos mediante los procesos de desalinización, se puedan ver seriamente afectadas y, con ello, la propia vida de quienes vivimos aquí.
Este jueves, precisamente, se celebró el Día Mundial del Agua, ante el que los socialistas majoreros proponemos un decálogo de buen gobierno, que optimice y garantice un recurso esencial para nuestra vida en Fuerteventura, ya que nos parece oportuno compartir una reflexión que pueda ayudarnos a superar algunas de las barreras de orden político que hasta ahora han impedido generar un acuerdo razonable en torno a su mejor uso y gestión.
1.‐ El agua es un bien público que debe ser preservado de los riesgos de su mercantilización. Es indispensable trazar una línea clara que fije los límites entre la gestión que pueda ser encomendada a la empresa privada, y aquella que no debería ser hurtada a la ciudadanía.
2.‐ El agua es un derecho de las personas, y como tal corresponde a los poderes públicos velar por su conservación y garantizar su acceso.
3.‐ El agua es el elemento natural por excelencia que propicia la vida en el Planeta, y esa condición no debe ser alterada ni siquiera en términos retóricos.
4.‐ El agua es un bien escaso y hoy debe gestionarse atendiendo a este condicionante. Pero sería suicida para Fuerteventura obviar las predicciones de los científicos, que hablan de reducciones de disponibilidad de entre el quince y el treinta por ciento en los próximos años. Cualquier gobierno debe tener presente el fenómeno del Cambio Climático en sus estrategias de planificación hidrológica.
5.‐ El agua es un bien irregular en su disponibilidad, atendiendo a diversas causas, y es el conocimiento científico la mejor herramienta para prever sus efectos y paliar sus consecuencias en distintos ámbitos, y no la divina providencia.
6.‐ El agua es un bien común, y es responsabilidad de todos aplicar criterios de buen uso en su consumo. Ahorro y eficiencia son en este caso vectores de solidaridad indispensables, tanto en la acción pública como en la privada.
7.‐ El agua atesora su valor más preciado en su potencial generador de vida, y por eso es preciso garantizar el acceso a su uso implementando cuando sea necesario el potencial de los avances tecnológicos atendiendo a las condiciones de disponibilidad en cada lugar. La desalación está ocupando cada vez un mayor hueco como tecnología de abastecimiento en zonas, como Fuerteventura, con mayor déficit hídrico. Demonizar esta tecnología es tanto como condenarnos a la restricción.
8.‐ “Agua para todos” es la expresión más gráfica del agua como derecho humano, pero ese ‘todos’ abarca presente y futuro como la continuidad de ese derecho también hacia las generaciones venideras.
9.‐ En la llamada política del agua, hemos de poner al agua por delante de la política. Así lo hemos venido haciendo históricamente los socialistas, y en ese ánimo nos encontrará hoy Fuerteventura.
Nota de prensa PSOE de Fuerteventura
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