François Hollande es el nuevo presidente de Francia. Según las estimaciones de TF1 (primera cadena privada) y France 2 (primera cadena estatal), el candidato socialista a la jefatura del Estado habría conseguido entre el 51,5% y el 52% de los votos, derrotando a Nicolas Sarkozy, presidente saliente, que solo habría conseguido el 48-48,5% de apoyos en la segunda y decisiva vuelta.
Ese resultado había sido anticipado desde las cinco de la tarde por varias cadenas de radio y televisión belgas y suizas, que se limitaban a «repicar» las estimaciones de varios institutos de opinión franceses. Poco después de esa hora, el Partido Socialista comenzó ya a distribuir banderas de Francia y camisetas con la efigie sonriente de Hollande, invitando a sus simpatizantes a manifestarse en la parisina plaza de la Bastilla, donde estaba previsto celebrar una gran fiesta que debía durar toda la noche del domingo. Los primeros preparativos de esa fiesta estuvieron muy controlados con un impresionante servicio de orden.
Poco antes de las seis de la tarde, Nicolas Sarkozy reunió a toda la élite conservadora de Francia para comentar en privado el resultado final de la elección presidencial. En esa reunión estuvieron presentes Jean-François Copé, líder de la Unión por un Movimiento Popular(UMP, el partido de Sarkozy), François Fillon, primer ministro, yAlain Juppé, ministro de Asuntos exteriores. No es un secreto que Copé, Fillon y Juppé se disputan el liderazgo del centro derecha francés, tras la derrota de Nicolas Sarkozy.
La UMP había convocado para la noche del domingo una gran reunión en la plaza de la Concordia (donde estuvo instalada la guillotina, durante el Terror revolucionario, en 1793). Reunión pública desconvocada a media tarde, cuando las estimaciones comenzaban a repetir la sentencia final de estas elecciones presidenciales, que cambian el rumbo político de Francia y pueden influir de muy diversa manera en la marcha de los negocios públicos en toda la zona euro.
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