viernes, 11 de mayo de 2012

De pesca (por el Padre Báez):

He dicho “de pesca”, no “de pena”, ¡que también! Que voy a comprar el pan, y a la hora de pasar por Caja, la fila; y mientras a entretenerme con los folletos de lo que ofertan, no me da tiempo de verlo, porque el señor que iba delante de un servidor, al percatarse de mi presencia: “¡Oh, Padre Báez!”, le correspondo en el saludo –no lo conozco-, y me dice que: “¡va a pescar!”, a lo que comento: “¡para ayudar algo en la economía y comer!” Y me dice: “¡me pararon, y es lo único que puedo hacer, porque en el campo no hay nada que coger!” Y le pregunto: “¿y en la mar?” Me responde: “¡Si me trincan me joden!” Y nos acercamos lentamente a la Caja, y él con su euro y diez céntimos entre los dedos, repitiéndole a la cajera su dinero, para pagar dos litros de vino en tetravik. Mientras me dijo: “¡a ver si no me han robado la caña (la dejó fuera del comercio u área comercial)!”; y sí, estaba fuera, pero de inmediato el de los cupones, otro señor que me pregunta por no sé quién, un tercero sobre la política, y el de la pesca y otro más (que era su compañero –de ahí los dos litros de vino), que seguimos en tertulia, y les comento, que mi viejo amigo Marrero, lobo de mar, analfabeto pero que hablaba todos los idiomas del mundo, porque pasaba años en la mar, de puerto en puerto sin pisar tierra, sino de tarde en tarde, y de Bañaderos; él y muy-muy gordo o rechoncho, se subía o metía en un pequeñísimo bote –auténtico cascarón de nuez- y se iba a pescar entre El Puertillo y Tenerife, porque el pescado de la orilla, era un pescado de mierda, que come lo que nosotros descomemos. Y me dice el del vino: que él, pesca sí y que lo ha visto, el pescado entre los pastuños de mierda flotando, pero que él, pesca más allá; a lo que dice el que me preguntaba por alguien (no digo quién, ni lo que me dijo de él), que él, también pescando una vez, cogió un lebrancho así (señaló con ambas manos su longitud), y que cuando se lo fue a comer, lo limpió, y encontró dentro del pescado, un condón, y que desde entonces, no ha vuelto a pescar. Y añadió: “¡y ahora, me voy a Cueva Grande ( San Mateo)!” Y le dije:“¿a por jaramagos?” Y contestó: “¡a mi madre -que murió hace poco- con 95 años, 15 días antes de morir, le di un potaje y caldo de jaramagos que le supo a gloria, pero, ahora como no ha llovida está todo seco...!”, y le dijo el del vino: “¡pues tráete unos nísperos!” a lo que contestó éste: “¡a eso voy!, ¿qué te crees?”...

El Padre Báez.

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