domingo, 20 de mayo de 2012

Un barde. (por el Padre Báez)

Ya sea de goma, o de latón, el caso es que es todo un arte, el saber llenarlo, por ejemplo de tierra. Es decir, pongamos, se trata de limpiar una acequia, y hay que sacar de allí la tierra, o hay tierra buena, que mezclar con otra, y un camión te la ha dejado en algún sitio, y tienes que llevarla a otro...

.. ¿cómo se procede, pertrechado de una asada, a su llenado, que quede “raído”, es decir, sin que le falte una tercera parte o más?, ¿cómo llenar ese barde de algo y de dónde y de qué sea, sin ir dejando atrás montículos, y todo limpio como efecto de saber llenar un barde?

Para ello, no solo hay que echar tierra arrastrándola con la asada sin más, sino que hay que saber echar la más próxima, teniendo en cuenta, que mucha tierra se va a salir fuera del barde en su llenado, y que levantarlo, y con ayuda de la asada, es todo un arte, para que no rebose, ni quede mediado, ni se caiga a un lado, y la tierra que no cupo en el mismo, quede por fuera?

Y digo esto, porque entre tantos cursos como los que veo, y todos terminan en jardinería, con la acreditación o licencia para trabajar (suponiendo hayan tantos jardines [placeres de gente rica], y que soliciten a licenciados en el arte de cuidar flores, y no papas). Que mucho me temo, pocos o ninguno, iba superar la prueba y el examen por tanto, al no saber echar estiércol o llenar de tierra un barde.

Es decir, que las faenas del campo, sea cultura, no hay sino ver el componente del mismo término o palabra “agri-cultura”, que lo lleva implícito; y esta ciencia no es teórica ni cosa de seis meses de aula, ni cursos de tres años, sino teórico, con un maestro, que aunque analfabeto, en cuestión de plantas y plantar, se las sabe todas y más.

Y sin embargo, cada vez van quedando menos de estos sabios, que de no rescatar sus sabidurías, se las llevarán a la tierra, donde se entierran, con ellos, siglos de experimentación, de ciencia, de arte, de cultura, de sabiduría, de...; y, contrariamente, no ve uno a ningún grupo de jóvenes y menos jóvenes, con quien les pudieran enseñar, lo que no viene ni está en los libros.

¡Y nada digamos de la maña de cargárselo, en un vaivén previo, con las piernas algo separadas, y desde el suelo al hombro, con un soltar a tiempo una mano y ayudar a colocarlo en el mismo, sin que tierra te alcance al pelo, cuello o ropa! Y todo ello, sin que nadie te ayude a cargarlo, que es otra forma, pero menos eficaz, al haber un doble tirón, no bien acompasado.

Y pongamos, que el barde, pesa del orden de los 25 kilos. Pues, ¡menudo ejercicio!, ¡como para no comer a gusto, descansar con ganas, fortalecer musculatura, y conseguir salud!, pues el agua, se bebe como placer; y sin necesidad de gimnasio alguno, o como un desalado correr, sin haber fuego que apagar (que por otra, aparte de haberlo, no te dejan ni acercarte a él!, ¡que ésta –repito-, es otra!

El Padre Báez.

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