Se calla la voz del altavoz de Don Jorge López, aquel que en lo más alto de la torre, hacía ondear la bandera de la Paz, en fondo rojo, y luchó contra la corrupción y el paro; él, que vivió entre nubes -era metereólogo- en lo más alto del cielo, habrá encontrado un hueco, porque sus obras a favor y en defensa de la justicia, le habrá abierto las puertas de la Gloria, y ahora ya sí, sabe -pero no nos lo puede decir- quién robó las joyas a la Virgen del Pino, una de sus luchas.
Su voz, primero en Radio Las Palmas, en “Suena la Tarde”, pero más allá en Radios nacionales, y otras. Siempre acudía donde una manifestación, como invitado a una entrevista en radio, televisión, pero ya este año, no fue al carnaval, disfrazado de cardenal con la hoz y el martillo, por cruz; tampoco acabó de dar la vuelta a la isla a nado, porque los que lo seguían lo hacían desde donde no le podían ayudar si los necesitara.
Dejó a su gallo solo, y solo vivía; ahora ya con los espíritus de su esposa muerta muy pronto y joven, también con los espíritus de Bentejuí, Doramas, Tanausú... -es decir los nombres de sus perros.. Ahora ya, sin peluquín, Don Jorge, se reirá con las cosas que ha encontrado allá, en el más allá; ahora ya es feliz, y lo que hace falta, es que otro como él surja, y sea conciencia y voz del pueblo.
Don Jorge había donado su cuerpo a la ciencia, o para el bien que pudiera hacer algunos de sus órganos -ya le dije, era una pena, porque el cerebro, todavía no se trasplanta, con lo cual, lo mejor de él, se lo llevaría a la tierra. Fue entrevistado hace 15 días en radio Aventura, en Telde -por un servidor-, a donde llegó, impecablemente vestido: parecía un ministro de los de antes: su cartera, su corbata roja en traje y chaqueta negro, con su bastón con cabeza dorada de un león: su propia imagen en la lucha y defensa de sus causas, las que le llevaron a correr delante y a enfrentarse a la misma policía, y no callar ante nadie.
Era, un rebelde, con cusa, como se presentaba. Un tirajanero, que quería la independencia de su pueblo, y nos dejó varios inventos (en telefonía y para perros); su bloc, queda ya sin nuevas incorporaciones: allí sus frases favoritas, sus mejores fotos, sus opiniones. Creo, se nos ha ido un gran hombre y un gran amigo, compañero en luchas en emisoras de radio; pero vuelva a él: un hombre irrepetible: conciencia en el ayuntamiento (a la última entrevista, venía de estar con un concejal, que lo recibía, para exponer casos a resolver).
Por mucho tiempo, sus pintadas en Hoya de la Plata, que le debe ya una calle, tal vez a Don Santiago Vargas, le encarguen la estatua que merece en su Barrio -es una idea que sugiero, por cuestación popular-. Su coche, debe ir a algún museo; su atril, sea pieza que lo represente. Nos deja un buen legado; pasó por este mundo dejando huellas, intentando mejorarlo. Son muchas sus obras: el teatrillo, el campo de fútbol, el túnel de La Laja, y no es cuestión enumerarlas todas, que nos llevarían lejos.
Don Jorge, deja un hueco vacío en los Medios; ya no se le verá desayunar detrás del teatro Pérez Galdós...
Don Jorge López, descansa en la paz del Señor, que al llegar arriba, le habrá dicho a San Pedro: “¡déjalo entrar, que si no la arma ahí afuera!” Y habrá entrado, triunfal: derecho, marcial, erguido, como por su casa, la Casa de Toda Justicia.
El Padre Báez.
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