miércoles, 16 de mayo de 2012

Bunker (por el Padre Báez):

De lejos, como que no lo percibes, y dado que impone respeto, nunca me atreví acercarme a él. Cierto, que los búnkeres se construyen por lo general bajo tierra; éste, no. Este, está dando el canto, en lo alto de una montaña.

La verdad, quedé asombrado, un servidor, y mi sacristán (él ya lo conocía, e hizo de cicerone), cuando nos acercamos, al mismo, porque para llegar a él, hay que pasar por lo suyo (y que el cabildo tenía pensado poner mesa y antes se lo plantó de pinos, y ahora le prohíbe plantar nogales), y estando en lo de él, por carretera abierta (por lo ajeno) en pendiente –lo hicimos caminando, aunque con su ranchera, con reductora incluida, podíamos haber subido, pero...

... a mí, no me priven del paseo entre retamas amarillas, y disfrutar del ascenso, y del paisaje (dicho sea de paso, el retamicidio, que se hizo, para poder llegar a tan alto lugar, que en lugar de discreto, lo pusieron cual sombrero; pero, ¡cállate!: ¡Casi nada!, nada de camuflaje, nada de nada; pero es que es una pasada:

Sobre tarima de piedra rústica, una plataforma de un cuarto metro de grosor de cemento armado, que hace de piso y techo, con corredor incluido a los cuatro puntos cardinales, todo acristalado, y con segundo techo, del mismo grosor, e idéntico volado, y con esquinas de columnas a tres caras –cuatro- con remates hasta el techo, y dentro –de una enrome habitación vacía- una simple pequeña mesita, con una silla de plástico.

Algo así como el parto de los montes. Algo, que pega como una patada en al barriga; en un derroche de muchos millones de las entonces pesetas, y con un solo valor: las escaleras, con piedras del lugar, en plan campestre, como si subieras a una alpendre (unos ocho o nueve pasos o escalones). Y todo ello como garita o lugar de vigía, por si se ve algo de humo (proveniente de fuego).

Pues, que hablo de un edificio, construido, rompiendo en la montaña del Pleito (por asuntos de pertenencias de aguas), entre Los Marteles-Los Bucios y Cuevas Blancas-Cazadores. Y no, no hay quien lo mande derribar, y sustituir por una tienda india de cañas o palos, mezclada entre las retamas, y así pasar desapercibida...

... pero premio de arquitectura al derroche en cemento y hierro (no cortén), premio al buen gusto; premio, para quien creyó era un antibomba; premio (ahora en serio): al mal gusto, al atropello del paisaje; premio al gasto innecesario (¿lo pagaba la Unión Europea?), premio..., ¡mejor, no sigo! Me callo.

El Padre Báez.

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