lunes, 21 de mayo de 2012

“Enguirriá” (por el Padre Báez)

Sucedió -como todos los sábados-, en Cazadores, que, a eso de las 16,30 ya haga calor o frío, viento o nieve, los mayores del lugar, mientras los jóvenes hacen corros entre ellos, los abuelos, al soco de la Iglesia que tapa la sorimba, al sol tibio, si lo hay –y cuando no a la sombra, si el sol es muy fuerte-, sentados en al plaza, se saludan, se pregunta por la salud y la familia; se recuerda cuando la loma hoy llena de retamas, años atrás se sembraba de todo, se saludan a los que van llegando, y fue el caso que...

... entre sol y frío, una anciana -entre los ochenta y noventa, como todos– la edad no te la dicen- dijo meterse en la Iglesia, para estar más asocada;, con lo que pronto, una segunda dijo hacer lo mismo, y allá que me quedo con la feligresía reducida –fuera del templo- y pregunto a una tercera, si también se metía en el templo (la Misa es allí cada sábado y vísperas de Fiestas a las 17,00 horas), y me dijo que sí, que ella, como la anterior, que entró, toda “enguirriá”, ella también se entraba.

Tiempo hacía –desde mi niñez en la cumbre (La Lechuza)-, no oía esta palabra, con lo que le dije a uno de los acólitos, corriera y me trajera lápiz y papel, para apuntarla, no fuera se me olvidara; y, no me lo trajo, sino que él por su cuenta, me la escribió, en la parte trasera, de una hoja de block pequeña, donde estaban las intenciones de la Misa que alguien había escrito- y que en el lugar es costumbre, ponerlo así en el altar-...

... pues, que el acólito, puso una flecha al final de la lista de seis difuntos, una flecha que indicaba hacia atrás, a la otra cara de la dicha hoja del block, y así en el momento de nombrar a los difuntos, me pone en ese preciso momento, los distintos papeles con otras tantas y más intenciones, con lo que al llegar al de mi relato, le doy la vuelta pensando agregar nuevos y más difuntos, y con lo que me encuentro es, con la palabra, escrita en mayúscula: “ENGUIRRÁ”, con lo que me tuve que parar en seco, y sonreír ante la sorpresa, y seguir como si nada.

Lo de los guirres, pues que por asociación de ideas, allá en el Hornillo de Agaete, se moría alguien y por el Sao hacia arriba, subía un sacerdote a dar la unción de enfermos (o extremaunción, que se decía entonces), y viendo los riscos donde vivían colgados aquellos pobres feligreses, dicen que dijo, sin subir, y trazando una cruz en el aire, con dirección a las cosas-cuevas de lugar, dijo (era peninsular o español): “¡como guirres vivís, como guirres morís!”.

Que “enguirrá” significa encogido, helado de frío, empurruñado... Y, ¡créanme!, estar de párroco en estos lugares, tiene estas recompensas: vivir escenas de película, con personajes reales, donde aún se conservan palabras, expresiones, gestos y actitudes, socarronería única, astucia como pocas, y entonces te acuerdas de aquella famosa frase de Le Canarien: “... irán al mundo entero, y no encontrarán a gente de más lindo entendimiento; ni de mayor belleza física, tanto en hombres como en mujeres...”

Y una vez dentro y en la eucaristía, aquellos tres muchachos, en la liturgia de la Palabra: uno lee la Primera lectura, otro el salmo, y el tercero la Segunda lectura. Los tres con novias, y ninguno de los tres con más de 20 años. Y es que allí, la tradición sigue de padres a hijos, de abuelos a nietos; mientras que las chica, hacen las peticiones, la colecta..., y se alternan. También están los acólitos, pero en estos jóvenes, como la sangre les hierve, ellos no se “enguirran”.

El Padre Báez.

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